sábado, 10 de noviembre de 2007

Vida y Obra de la Muerte IV (poesía en prosa)

Hallabase una figura negra al fondo del balcón y en el cuarto el niño lloraba. Su hermano mayor con la cara agrietada susurraba por el nombre de aquel a quien esperaba. "Ven Muerte... ¿donde estas?..." La luna estaba en menguante y la ira del jóven no daba tregua a su cabeza; esa que no cesa y ni se deja tranquilizar, solo la taladra y no la deja descansar...

"Ven Muerte... ¿dónde estas?..."

Una gota de sudor cae sobre otra y los minutos se vuelven horas, el bebé no puede llorar más, porque sus energías se acabaron y poco a poco se entrega a quién el jóven ha estado esperando.

"Ven Muerte... ¿dónde estas?..."

Las velas se apagan, el llanto se apaga y la colera se hace notar, una oz sedienta de sangre da a luz a un mar de rojo obscuro. ¡Ese tonto capricho debíase pagar!. La silueta negra vuelve a salir al balcón y dos almas le siguen sin aparente razón. Triste noche para dos padres que van a encontrar a su hijo mayor en partido en mitades y al pequeño retoño dormido en su cuna sin poder despertar, sin señal de vida alguna, solo una sonrisa angelical, muestra de que su justicia se ha hecho efectiva...

El velo negro ondea libre en el aire y el dejo de amargura que trae consigo hace que llore aún más el todavía más deprimido ser que haya vivido. Vivo o muerto, es que solo en dos estados se puede estar, no es posible ser amo de todos si de esta vida no se es amo y sabes que se va a acabar.

Hoy le lloro a todo aquello que tiene bondad, porque tarde o tremprano morirá. No hay disculpa a aquello que piense que es para siempre.

Tan sencillo es morir que no hay instructivo, si te mueres de un disparo o de algun virus raro; tan sencillo como morir aplastado como que en de un golpe, te dejen un ojo morado; tan sencillo como eso, que te puedo disparar en el corazón, estomago o hígado y sencillamente morirás. Sin más.