Estoy tendida en mi cama, mi cena, sobre mi pecho: una BigMac, con mucha mayonesa (algo raro que hasta a mi me sorprendió porque yo odio la mayonesa), una botella de Coca-Cola de dos litros casi vacía y cigarrillos, hay dos cajetillas vacias en el suelo de mi cuarto, una mas en la mesita de noche que esta junto a mi cabeza en este instante y una más aquí, en la cama junto a mi; cuatro en total, que fumé por mero placer en menos de dos horas, es la primera vez que siento algo raro en mi pecho por fumar tanto, pero, que importa. Disfruto mi última cena.
Mañana voy a ser todo un problema, y no me importa… Cuando entre el encargado de recepción a pedirme que salga porque se venció mi hora de check out, seguro grita. Ja. Ojalá lo pudiera ver. Lastima por mí, no me importa (y al parecer, ni me importo). Basta de charla, vamos a lo que vine.
Me empiezo por describir, soy alta, de 1.73 m., mi piel es morena, y mis ojos son color miel claros, los saqué de mi abuela según mi mamá, serán una terrible perdida. Mi facciones son finas y tersas, como de porcelana. Mis medidas son 80-60-88, me intento cuidar, o bueno, intentaba, eso ya no importa ahora…
Ya acabé mi cena, la basura, no me importa. Me dirijo al baño, recuerdo que solo estoy en ropa interior, sin sostén, en mi baño, ahí una pequeña tabla sobre el inodoro que recita: “MONICA”. Mi padre decía que mi nombre era por una vieja amiga suya y de mamá… yo sé que no es así, seguro fue la primera mujer con la que cogió, pero repito: ESO NO IMPORTA AHORA.
Les confesaré que tenía pensado morir dormida, tomar unas dos o tres cajas de píldoras para dormir, pero esta idea del desangramiento me cautivó desde el principio, la idea original era el cuchillo de cocina, pero, me pareció demasiado brutal, es mejor utilizar una fina navaja de rasurar, porque, es… fina… como yo.
Había leído en Internet muchas formas de suicidarse con una navaja: comérsela, pasarla sobre la vena como si se rasurara algo, pero estas también me parecieron muy salvajes y en el caso de comérsela, extremo. Yo quiero un corte delgado, profundo, que no deje de sangrar, donde mi sangre brote libre de mi vena y se valla a estampar en el bello tejido de las sabanas, colorear de carmesí las grecas de la cama y talvez dejar un hermoso charco rojo sobre la madera del suelo.
Podría desarmar o romper la navaja, pero, prefiero sacarla con mis dedos, sentir como entra entre mi piel y rasga eso que son las células, sentir en cada milímetro de mis yemas como entra la navaja y pasa separándolo todo. Talvez, o, de hecho me corte, pero, que importa… No siento el dolor… Las navajas del rastrillo estan libres de su armason, solo necesito una, asi que las otras las tiraré en el suelo, talvez mañana alguien pueda sentir la misma sensación que acabo de sentir…
Tengo la mano derecha llena de sangre, en los dedos y esta esparciéndose hacia la plama, me limpio, pero como no tengo ni sostén ni blusa, o algo parecido, solo queda mi piel. Paso mi mano sobre mi pecho, arriba de mi seno derecho, la sangre se siente pegajosa y un poco ya se adhirió a mi mano, pero gran parte que queda sobre mi pecho.
Introduzco la navaja lentamente encima de la vena de mi muñeca izquierda, otra vez siento esa sensación de cómo entra. Es un éxtasis que talvez nadie comprenderá, talvez solo yo. Por primera vez en la noche siento algo parecido al dolor, la navaja esta adentro, pero no lo suficientemente adentro para mí, la seguiré empujando hasta que apenas se vea, seguro con esto, mi mano quedará inservible, pero, eso ya no importa.
Siento que mi navaja ya llegó a un punto donde ya no puede entrar más, la dejo ahí, que se quede acogida entre mi piel y músculos. La sangre desde que entró la navaja salió rebosante, parecía un río de pintura, era tan bello. El lavamanos esta todo sucio de sangre. Mi sangre. Me voltéo hacia la tina, y abro la llave del agua, quiero morir limpia, no toda embarrada de sangre.
Será mejor que llame a mi madre, no quiero ser descortés y no despedirme.
- ¿Mamá?
- ¿Mónica, eres tú?
- Si mamá, soy yo
- Mi vida, que bueno que hablas, desde que te fuiste a la ciudad a buscar trabajo no has hablado para acá, dime ¿como te va?
- Mamá, no tengo tiempo para hablar mucho, lo siento, solo hablaba para decirles que los quiero mucho. A ti, a mi hermanito, a mis tías, y si vez alguna vez a mi papá (estan divorciados) dile que también lo quiero.
- Mónica, ¿Qué pasa? ¿Por qué me dices eso? Pareciera, que te vas ir otra vez
- (Pues más o menos) Mamá, por favor, ¿Se necesita que suceda algo malo para decirles solo que los quiero?
- Tienes razón mi vida, perdona, es que, desde que te fuiste…
- No te preocupes, pero, ¿Si les vas a decir lo que te acabo de decir?
- Si querida, no te preocupes
- Gracias ma, bye
- Adiós Moni, ve con Dios
Cuelgo el teléfono, una lágrima se derrama sobre mi mejilla ya va a dar a mi ensangrentado pecho, una lágrima de felicidad…
La tina ya esta lista. La cierro, me desnudo por completo, solo me quito el bikini, para quedar justo como Dios me trajo al mundo, ojalá mi cuerpo no se vea mal para mañana, al menos, para que si me encuentra un hombre, no solo se fije en mi sangre. Jejeje.
El agua esta tibia, meto primero mis piernas, y me siento lentamente, para que mi cuerpo sienta lentamente lo rico del agua, mi muñeca abierta la dejo para lo último, en cuanto entra al agua, veo como la sangre que sale de ella se fusiona con el agua, y forma figuras que parece las esencia de la sangre, danzante y en su feliz rojo se mueve a merced del agua, siempre bailando…
No tarda mucho mi sangre en ser la suficiente para que al mezclarse con el agua se empieze a tornar en un naranja un poco intenso, luego en un rojo carmesí, como el de los labiales caros que usan las modelos, para transformarse en una saturación de rojo que más parece negro… Invade mis piernas mis caderas, parte de mi cintura. La posición en la que estoy sentada es un poco incomoda, por lo que me muevo para sentarme mejor, el ajetreo del agua hace que esta llegue a otros lugares que no había tocado. Mis brazos se tornan rojos, al igual que mi estomago y la parte baja de mis senos, estoy empapada en sangre, en MI SANGRE.
Tomo una posición casi horizontal, mi cabeza sobresale del agua, al igual que mis pies, y la punta de mis senos y parte de mi pelvis, no se como logré esa posición, pero es cómoda. Mi muñeca izquierda esta suspendida en ese mar que parece hecho con mil pétalos de rosas.
A mis 23 años, he dejado mi vida, he dejado a mi familia, a mi trabajo, que era muy prometedor. He dejado atrás una vida de lujos, una vida que tambíen, por mi propio trabajo pudo haber sido de lujos.
A mis 23 años, dejo este mundo. Y mi ultimo regalo para la vida es un hermoso de retrato mío, en un baño de rojo elixir.
A mis 23 años, di mi última exhalación, sabiendo que morí por mero placer…
miércoles, 13 de diciembre de 2006
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