sábado, 28 de julio de 2007

7

Él estaba sentado en su estudio, sin embargo él estaba parado tras de sí.
Él estaba sentadio también en la sala, sin embargo él estaba en el baño rompiendolo todo.
Él estaba en la cocina, buscando cuchillos, sin embargo él estaba sentado en el comedor, dormitando.
Él se sentía sin aliento, con sed y sin saliva, sin embargo, le gustaba.
Él caminó hacia su habitación y los otros 6 fueron tras de sí.

Él se acostó en su cama, uno se sentó en la silla de la mesa, otro se recargó en la pared gris, otro tomó un aerosol naranja y empezó a rayar en la pared blanca, otro empezó a esculcar las revistas que tenía, riendo como idiota, otro empezó a llamar a los perros por la ventana y otro más buscaba algo bajo la cama.

Él se sintió con sueño. Empezó a sentir que caía vertiginosamente por un abismo y los otros 6 empezaron a gritar y desaparecer. Uno corrió a la cocina y buscó un cigarro hecho a mano con papel periódico, lo tomó nerviosamente con su mano derecha y le dió un "toque". Sus piernas volvieron a aparecer, el de la cama se levanto y fue al baño y los otros 5 se volvieron a poner a hacer lo suyo...

viernes, 13 de julio de 2007

Los gatos no solo maullan

Era tarde. Media noche, para ser precisos. Helena se retorcía en el suelo, con espasmos horribles, escupiendo espuma por la boca, engarrotada de las manos y piernas; su cabello extendido por el suelo formaba una figura irregular que si un anciano hubiera visto, diría que era la cara del mismísimo demonio. Helena quería gritar, pero no podía, quería corre, pero sus piernas estaban más tiesas que un palo, quizo buscar ayuda con su mano, pero esta se renegaba a seguir su mandato y se movía solo a la orden del siguiente espantoso espasmo.

La habitación estaba oscura, no se distinguía nada, solo la triste figura de la chica mientras parecía que moría lenta y dolorosamente en el suelo de su cocina. Sus ojos buscaban desesperadamente a alguien que le brindara ayuda, pero estando en el piso 12 de un edificio dificilmente alguien se acercaría a su departamento y más aún a esas horas. Sentía como su cuerpo se empezaba a llenar de un frío penetrante que aumentaba más y más. Se sintió al filo de la hipotérmia, cuando repentinamente posó su mirada sobre el gato de angora sordo que había adoptado. Aquel tierno gato que le miraba fijamente a los ojos. Esos ojos verde esmeralda que brillaban en la noche.

Parecía que se la iba a tragar por los ojos, Helena sintió como poco a poco el gato se le acercaban más y más esos ojos mientras sus brazos empezaban a moverse más descontroladamente.

El gato la seguía mirando fijamente, como si supiera lo que pasaba y lo que lé pasaba, dejandola sufrir, en medio de su agonía por mero gusto.

El gato, posado en una ventana que daba a la oscura ciudad dió un brinco largo y aterrizó en la mesa del desayunador. Durante unos instantes, el espasmo de Helena se tranquilizó pero inmediatamente el gato volvió a posar sus ojos sobre los de ella y los espasmos volvieron y más potentes. El animal se estaba acercando más a ella, de una forma lenta, torturante, hipnotizante y asesina.

Ella nunca quizo creer en los cuentos de su abuela de que los gatos son los demonios de Satanás disfrazados para pasar desapercibidos entre los humanos, pero en aquellos instantes, olvidó todo y el temor se hizo presente. El temor a que el gato diera otro brinco para luego simplemente caminar hacia ella y hacia el final de su vida le empezó a taladrar la cabeza. Una lagrima quizo salir por sus ojos, pero en lugar de eso, efervesió de su boca en forma de más espuma.

El gato dió otro brinco y con su aterrizaje otro espasmo llegó a las manos y esta vez a sus piernas que por primera vez, en lo que a Helena le parecían horas, se empezaban a mover. Temío al gato. A aquél gato que curó de una pata lastimada. "¿Por qué me haces esto?" . Helena juró en ese instante que el gato la miró más profundamente a los ojos y alcanzó a verle sonreir, los ojos del gato se entrecerraron un poco y ella sintió como su garganta se cerraba uno o dos milímetros, dificultando su de por sí ya aparatosa respiración. "¿Por qué me haces esto?" Volvió a preguntarse en la cabeza Helena y el gato entrecerró un poco más los ojos. Su garganta se cerró otro milímetro y el aire le empezó a faltar. Se sintió vacia por dentro, hueca y sin tripas. El gato daba su segundo paso y la lengua de Helena se adormiló. Un movimiento de cola hizo que la cabeza de la mujer se moviera hacia el lado derecho, causando que la lengua tapara la garganta y evitando la entrada del aire.

Quizo gritar, pero se retorcía más fuerte y furiosamente. Quizo llorar, pero escupía más espuma. Agonizando volvió su mirada al gato que seguía entrecerrando más sus enormes ojos verdes, entonces adivinó. El gato la estaba matando. El gato si era el terrible demonio que su abuela le decía y ahora pagaría el castigo de Dios por vivir bajo el mismo techo que un demonio.

Los ojos del felino se terminaron por cerrar. Dió su tercer paso y Helena expiró. Con la lengua partida por mitad a causa de la mordida de sus dientes y una gran cantidad de espuma junto a su cara. Huesos dislocados y una mirada de horror en sus ojos, mirando hacia las patas de una silla. El gato llegó hasta su ama para lamerla y restregarse junto a ella, buscando una respuesta. A unos metros de ahí, en la mesa del comedor. Había un paquetito de Alkazeltzer abierto, sin sus dos pastillas y ningun vaso de agua
cerca.

sábado, 7 de julio de 2007

Icon-No Mercy

Ya no podía esperar más. Roberto Zalazar Romero Díaz llevaba meses esperando esta propuesta. Una oportunidad para salir del agujero en el que se encontraba. Su ropa sucia tirada en una esquina de su apestoso cuarto rentado de 5x7 metros y su camisa ya sudada de ayer le gritaban hasta desgarrarse la garganta que firmara. Sabía que era ilegal. Iba a robar 2 millones a la compañía para la que trabajaba hasta que fué sorprendido usando el internet de su cubículo para ver a una streeper española por webcam.

Su socio de internet, aquel tipo de algún lugar de Argentina que lo había ayudado a hackear anteriormente el sistema de la micro empresa de la que pudo haber ser trabajador y que le negó el puesto solo por ser mayor de 30 años, le insitó a solo darle click al link que le mandaría por e mail el 14 de febrero. Ese día. Una instrucción vino con aquella propuesta aquel día en el messenger: "Esperaras a que yo me conecte, para poder guiarte. Recuerda que de tus dos millones, me tocan 50 mil. No lo olvides".

Roberto no tenía más paciencia. Eran las cuatro y cuarto de la tarde, hacía un calor espantoso afuera y adentro del cibercafé en el que estaba y ya llevaba 3 horas esperando. Le dolería espantosamente tener que cerrar su sesión en 15 minutos más si no se conecta el tipo, ya bastante caro sale rentar tres horas y media una computadora.

A las 4:25 el anuncio de messenger se desplegó de la barra de tareas: "Icon-No Mercy se ha conectado" Inmediatamente se desplegó otro arriba: "Icon-No Mercy dice: Hola, ya diste click a...". El sudor de su cara se volvió frio (¿Era su sudor o su cuerpo lo que se puso frío?) y con una mano temblorosa dió click al recuadro azul celeste.

- No, me dijiste que esperara.
- Bien, pensé que llegaría tarde
- Unos minutos más y me desconecto...
- Jajaja!!! Porque tan desesperado?
- Olvidalo. Dame las instrucciones antes de que me arrepienta
- Ok.

Pasaron unos dos minutos y un nuevo texto apareció. Eran las instrucciones: Clicks por aquí, clicks por allá, usar el programa de crack adjunto al e mail para obtener un nombre de usuario y la contraseña, introducir la cantidad de dinero a retirar, seleccionar la cuenta, el banco, etc., etc., etc.

Zalazar ya había perdido el miedo por ser atrapado por una tropa especial de policia del internet. Esas fantasías locas de que lo estarían espiando desde alguna base se habían quedado en el pasado; ahora parecía que todo había sido calculado por Icon-No Mercy: Usar una computadora de ciber café para no ser rastreado, esperar dos meses después de su despido para no despertar dudas y por la edad que tenía cualquiera lo pasaría por un típico adulto ignorante a lo que computadoras se refiere. Todo era perfecto.

Todo el plan resultó de maravilla, para esa hora, al siguiente día, estaría abonando los 50 mil correspondientes a Icon-No Mercy en el banco y talvez después vería alguna casita de Infonavit...

Dos meses después, un Roberto Zalazar Romero Díaz andrajoso, borracho, medio drogado y sin un quinto en las bolsas era golpeado y expulsado violentamente de un bar de mala muerte por no tener dinero para pagar sus tragos de dos pesos. Esa noche, un Roberto Zalazar Romero Díaz, aún más drogado, se desvistió bajo un puente de una carretera para luego meterse al río helado que fluía a su lado, donde encontraría su muerte sin dolor o frío. La heroína es muy buena para adormilar los crepúscuos de Ruffini y no sentir aquel mortal frío tan penetrante como una navaja en el estómago.

Dos husos horarios más lejos hacia el sur, un chico de 19 años, de nombre Uriel Matias Reyes pagaba con parte de sus 50 mil dolares su inscripción en la universidad mientras pensaba alegremente que en casa de sus padres lo esperaba un Xbox 360 listo para jugar Halo 3 posiblemente hasta la madrugada.